Desde H.I.J.O.S. Capital convocamos a la colocación de la baldosa en memoria de la familia de nuestro compañero Ernesto Gaya, en homenaje a su madre, Estela María Moya, su padre, Gustavo Gaya, y su tía, Ana María Pérez, militantes del PRT-ERP víctimas del terrorismo de Estado de la última dictadura genocida, el sábado 23/11 a las 16.30 en Av. Forest 1010, Ciudad de Buenos Aires.
La historia
El 30 de julio de 1976 fue secuestrado y desaparecido Ricardo Gaya. El 14 de septiembre del mismo año, en un operativo en la casa familiar, los genocidas asesinaron a Estela María Moya y secuestraron y desaparecieron a su compañero, Gustavo Gaya, y a Ana María Pérez (embarazada de 8 meses), pareja de Ricardo. Ernesto, de 15 meses de edad, fue entregado a sus abuelos. Gustavo y Ana fueron llevados al centro clandestino Orletti; lo mismo habían hecho con Ricardo. Los tres fueron asesinados y sus restos fueron introducidos en tambores que los genocidas rellenaron con cal y cemento y tiraron en el Canal de San Fernando, al igual que hicieron con otras cinco personas que también habían estado desaparecidas en Orletti. Allí los encontró la Prefectura Naval Argentina el 13 de octubre de 1976. No se los identificó y fueron enterrados sin nombre en el Cementerio Municipal de San Fernando. En 1989, con un peritaje del Equipo Argentino de Antropología Forense, los restos fueron identificados como pertenecientes a Ana María del Carmen Pérez y a Ricardo y Gustavo Gayá. El peritaje del EAAF determinó que Ricardo y Gustavo habían muerto como consecuencia de la destrucción de masa encefálica producida por herida de arma de fuego, a partir de disparos efectuados a corta distancia de las víctimas. Respecto de Ana María, se determinó que su muerte se debió a un shock traumático-hemorrágico producido por tres disparos de arma de fuego en la zona pelviana, y en su vientre se encontró a su bebé, en posición de “preparto”. En los tres casos se concluyó que las heridas eran compatibles con homicidio.
La Memoria tiene estas historias. Las nuestras. La de todo un país. No podemos olvidar, porque el daño persiste. No podemos permitir la impunidad, porque los crímenes cometidos son de absoluta crueldad. No podemos permitir que se niegue lo que hoy debería estar vivo todavía. Esa dictadura genocida aplicó un plan criminal de exterminio sin límites en su deshumanización. SON 30.000 y nos faltan desde entonces.