Bajó los cuadros de los que masacraron a los pueblos originarios.
Levantó las banderas de las luchas obreras y los derechos humanos.
Abrazó la rebeldía con toda la capacidad de la ternura.
¿Cómo se despide a quienes seguimos necesitando en la memoria y en la historia? ¿Quién va a seguir rompiendo mentiras dominantes para poner a la verdad en su lugar?
¿Quién va a escribir los fallos del pueblo que condenen a los verdugos y a los que no aman a la Patria, sino que la desprecian y venden? ¿Quién va a ponerle poesía al horror para defender que todavía queda la vida? ¿Quién va a contar las historias desde abajo de las baldosas o desde el barro? ¿Quién nos va a decir en libros que los diarios mienten? ¿Quién va poner a los compañeros y compañeras en la lista de lo justo? ¿Quién nos va a hablar de revolución desde un lugar lleno de lucha obrera y pañuelos blancos? ¿Quién nos va a abrazar con ternura y realidad? ¿Quién habitará ese lugar de lo posible, donde la puerta se abre para jugar y luchar?
Acá se queda la lucha llena de Osvaldo. En la memoria hecha verbo, en la libertad de todas las batallas, en la subversión de lo imposible.
¡Hasta siempre, compañero: hasta todas las victorias!