Después de 20 de veinte años, volvemos a escracharte, Magnacco. Vinimos por primera vez en los 90, cuando tu impunidad era absoluta. Te habías robado los bebés en la ESMA, nuestros hermanos y hermanas, y caminabas por las calles como cualquier persona, pero no lo eras. Trabajabas como médico obstetra en el Hospital Naval y en el Sanatorio Mitre. Con vos empezamos los escraches, porque la impunidad era insoportable. Vos, el ladrón de bebés, el médico que juró cuidar la vida, pero se dedicó a robarla, te ocultabas en el anonimato. Por eso llegó el escrache: contra el olvido y el silencio.

En el país de las leyes de impunidad, estabas suelto. En el país del olvido oficial, seguiste atendiendo a mujeres que no sabían tu pasado en la ESMA. Iban a consultarte desconociendo que tus manos estaban manchadas con sangre de mujeres desaparecidas y sus bebés nacidos en cautiverio.

No había juicios a genocidas, salvo los de apropiación. No había políticas de Estado para meter a los genocidas en su lugar: la cárcel. Era la Argentina de la impunidad, con Gobiernos de olvido y perdón. Pero se terminó, Magnacco. En el mismo lugar en el que vos y otros genocidas cometieron delitos de lesa humanidad, la ESMA, Néstor Kirchner fue a “pedir perdón del Estado nacional por la vergüenza de haber callado por más de veinte años de democracia por tantas atrocidades”. Y bajó los cuadros de todos ustedes. De todos. También de los civiles. Porque el Juicio y Castigo a los genocidas se hizo política de Estado con Néstor Kirchner y se profundizó con Cristina Fernández.

Después de décadas de impunidad, pero también de lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia, vimos a un Presidente bajar el cuadro de Videla. Y no sólo eso: organizar un Estado para que sea juzgado y condenado. Y más: que su último día sea donde debe ser también el tuyo: la cárcel. Porque el único lugar para los genocidas es la cárcel efectiva. Esa que no es la domiciliaria ni este otro beneficio de la excarcelación que tenés ahora.

Te vimos en la calle en los 90 y a esa impunidad le respondimos con los escraches. Jamás con violencia. Eso sigue siendo tu monopolio. Te volvimos a ver por las calles hace cinco años, cuando incumplías el arresto domiciliario, un beneficio que te dio el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional 9, Secretaría 17. Denunciamos cómo te burlabas de las víctimas en pleno juicio por la Megacausa ESMA, acusado con más de 60 genocidas por los casos de 789 víctimas, e ibas a la panadería y al shopping, como si no fueras quien sos: un genocida. Y ahora, que tenés esta libertad, volvemos. Los hijos e hijas de tus víctimas estamos acá  con el escrache, para que hasta que vuelvas a la cárcel, la condena social se convierta en tus rejas.

¡Que lo sepa todo el barrio!: hoy estamos en Marcelo T. de Alvear 1665, porque en el 10º F vive JORGE LUIS MAGNACCO, el partero de la ESMA. Estamos acá, porque el único lugar para un genocida es la cárcel.

Pasaron muchas cosas desde aquel primer escrache, Magnacco. De los nietos y nietas que te robaste de la ESMA, gracias a la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo, once ya tienen sus identidades restituidas. Esa es una de las victorias populares más grandes. Pero nos falta saber dónde están los demás bebés que nacieron ahí y pasaron por tus manos, jóvenes que hoy seguimos buscando. Y también sos el que sigue callando qué pasó con las mujeres, cuyos partos se hicieron en condiciones inhumanas, y siguen desaparecidas. Estuviste ahí, no secuestrado como ellas y las 5.000 víctimas, sino como partícipe de delitos de lesa humanidad. Los viste nacer, conociste sus caras, escuchaste sus llantos, los tuviste en tus manos y los seguís secuestrando cada día al no decirnos dónde están.

En estos años, fuiste condenado por el Poder Judicial, ese mismo que te permite esta libertad condicional que es parte de la nueva impunidad para vos y otros asesinos del pueblo. Este beneficio que eligieron darte tiene nombre y apellido: los responsables son el juez Daniel Obligado y la jueza Adriana Palliotti, del Tribunal Federal Nº 5. El mismo que te condenó por la Megacausa ESMA el pasado 29 de noviembre con una condena menor a la pedida, casualmente con el número exacto para que a la semana siguiente tengas el beneficio por los dos tercios de la condena cumplida.

Antes de eso habías pedido el 2×1, subiéndote a ese fallo repudiable de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que fue frenado en los tribunales inferiores por un pañuelazo blanco en todo el país. Buscabas que el Poder Judicial te excarcelara, algo intolerable para un genocida, porque quienes cometieron delitos de lesa humanidad tienen que cumplir toda la condena y en la cárcel, sin indultos ni reducciones de penas.

Ahora estás excarcelado por Poder Judicial cuya corporación también fue la dictadura. Por eso te escrachamos: porque cuando hay impunidad, el pueblo sale a la calle. Como salieron en pleno genocidio las Madres, Abuelas, Padres, Familiares y sobrevivientes.

Ustedes montaron una maquinaria del terror para secuestrar, desaparecer, asesinar y robar bebés. Te condenaron por haber participado en el robo de once bebés que nacieron en la ESMA:

Evelin Baurer Pegoraro

Victoria Donda

Guillermo Pérez Roisinblit

Juan Cabandié Alfonsín

Ezequiel Rochistein Tauro

Jorge Castro Rubel

Federico Pereyra Cagnola

Javier Penino Viñas

Emiliano Hueravillo

Sebastián Rosenfeld Marcuzzo

La nieta 127 (Poblete Moyano)

Nacieron en la ESMA, ese centro clandestino de detención, tortura y exterminio en el que hubo alrededor de 5.000 víctimas detenidas-desaparecidas, algunas de ellas asesinadas en los vuelos de la muerte. Nacieron ahí en cautiverio, en las peores condiciones. Los arrancaste de los brazos de sus madres. Algunas ni llegaron a poder alzarlos, porque tenían las manos atadas. Ustedes les robaron la identidad: eso significa robarles una parte irrecuperable de sus vidas. Para eso, Magnacco, ni olvido ni perdón.

Esa dictadura genocida de la que formaste parte empobreció a las mayorías, enriqueció a las minorías y, por supuesto, ahí estaban los civiles del terrorismo de Estado: los Macri, Blaquier, Levín, Fortabat, Massot, Magnetto, Herrera de Noble, Mitre y tantos otros, beneficiados por el plan económico de hambre y exclusión de Martínez de Hoz, cuya continuidad vivimos hoy con el macrismo.

Hace 23 años nos organizamos en H.I.J.O.S. para luchar por el Juicio y Castigo a los genocidas y los partícipes civiles: empresarios, la cúpula de la Iglesia, embajadas, grupos económicos y la corporación judicial. Somos hijos e hijas de militantes políticos, sociales, sindicales y estudiantiles de la UES, Montoneros, PRT-ERP, FAP, los Sacerdotes por el Tercer Mundo, FAL, Vanguardia Comunista y tantas otras. Lucharon en los ingenios azucareros, las Ligas Agrarias, el Cordobazo y el Rosariazo, los Astilleros y las comisiones obreras de las fábricas.

Tu lugar es la cárcel, Magnacco: vamos a seguir luchando para que te devuelvan a la celda, para que cumplas tu condena al lado de Astiz, el “Tigre” Acosta y todos los genocidas del Grupo de Tareas de la ESMA.

Mientras a vos y otros genocidas los excarcelan o les dan domiciliaria, el Gobierno mete cada vez más presas y presos políticos. A vos te dan beneficios, a los compañeros y compañeras les niegan el Estado de Derecho. Por eso, una vez más, gritamos: ¡A LOS GENOCIDAS, LA CÁRCEL YA; A LOS COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS, LA LIBERTAD!

Vinimos a escracharte, Magnacco. A denunciar y mostrar en el barrio que la impunidad camina por la calle, que tiene tu cara, tu nombre, tu apellido. Que entre las paredes del departamento 10° F de este edificio se guardan los pactos de silencio de la ESMA, esos que nos prohíben el derecho a saber la verdad y dónde están los cuerpos de los desaparecidos y los hermanos que buscamos.

Acá pasó el escrache popular. Y va a seguir todos los días. Cuando no te vendan el pan o el diario. Cuando se levanten de un bar si vos no te vas, cuando te griten ¡asesino! por la calle. Cuando no dejes de sentir la mirada del pueblo, éste que está acá en la puerta y que te va a seguir a todos lados para exigirte que digas ¡DÓNDE ESTÁN!

Piedra libre para vos, Magnacco.

Acá vive un asesino del pueblo y para eso no hay olvido ni perdón. Magnacco, acá, frente a tu casa, te recordamos que:

NO OLVIDAMOS
NO PERDONAMOS
NO NOS RECONCILIAMOS

TU ÚNICO LUGAR ES LA CÁRCEL PARA SIEMPRE, POR GENOCIDA

¡30.000 COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS DETENIDOS-DESAPARECIDOS: PRESENTES, AHORA Y SIEMPRE!

H.I.J.O.S. Capital
Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio