Entrar a Familiares y encontrarte era un motivo para ser felices. Nos abrazaste siempre con alegría, con las palabras justas, rebeldes y compañeras. Seria cuando hacía falta, la más graciosa cuando se podía, la de las historias para reír hasta llorar, la que se puso el pañuelo verde hace un montón, la que nos enseñó a ser mejores, la que nos agarró la mano para andar, la que cantaba y el mundo era un lugar mejor, la de los dedos en ve, las fotos de Adriana y Miguel Ángel y la sonrisa con pañuelo. No hay parte de nuestra lucha que sea posible sin pensarte. Y hoy se puso difícil. ¿Cómo queda todo sin vos? Los genocidas te sacaron a tu hija y tu hijo y seguiste andando. Te fuiste sin esa verdad. Dónde están. Porque los pactos de silencio siguen. Pero nos quedamos acá. Con tu alegría como bandera. Sin poder creer todavía que desde hoy es un hasta siempre.
Familiares siempre fue una de nuestras tantas casas políticas. De las primeras. En esos años 90 de impunidad fueron puertas abiertas para ir a luchar. Llegamos jóvenes, con escraches, banderas, pintura, carteles, afiches, bombos… Asambleas y reuniones en la parte de arriba y el sótano; hasta en la cocina. Nos abrazaron, nos enseñaron, también nos retaron, nos cuidaron, nos peleamos, nos amigamos. Como en las familias. Con el tiempo, muchas compañeras y compañeros de Familiares se fueron hasta siempre. Y nos fuimos despidiendo entre dolor y recuerdos. Y ahora es Lita. La alegría hecha lucha.
Siempre tuvo las fotos de Adriana y Miguel Ángel con ella. Entre pañuelos, el verde y el de Familiares. Con sus dedos en ve. Nos fascinaba el tiempo que pasaba contándonos historias. De ella, de su familia, de los amores, de sus cosas. Te escuchaba, abría bien los ojos y te miraba. Había pocos minutos sin su sonrisa.
Se luchó todo. Desde que los genocidas desaparecieron a su hijo Miguel Ángel y lo llevaron a la ESMA, que se llevaron a su hija Adriana delante de ella, al exilio, a la Memoria, la Verdad y la Justicia, a las causas feministas. A todo. Contra el hambre y la desocupación, contra todo lo injusto. Siempre ahí. En las banderas.
Lita cantaba y cantábamos con ella. Bella ciao…
Tutte le genti che passeranno,
o bella, ciao! bella, ciao! bella, ciao, ciao, ciao!
e le genti che passeranno,
Mi diranno «Che bel fior!»
Muchos recuerdos para compartir y mucho por aprender de Lita todavía. La ternura más hermosa, el amor por su hija e hijo y por la familia que armó en las luchas, los abrazos que la llenaron de amor siempre.
Los pactos de silencio que perduran hicieron que se fuera sin tener la verdad sobre los cuerpos de sus hijos. Sin toda la justicia. Nos queda la memoria para defender y mantener. Es hasta siempre, porque no hay parte de nuestra lucha en la que Lita no esté.
A donde vayas, todo el amor.
Bella ciao.
¡Hasta siempre, Lita!
H.I.J.O.S. Capital
Foto: H.I.J.O.S. Capital