A 45 años del golpe genocida, desde H.I.J.O.S. Capital convocamos a Victorio Paulón a reflexionar sobre el movimiento obrero, sus resistencias, luchas y memorias.
Situar a los compañeros en un marco histórico es tan importante como rescatar su cuerpo o su identidad
Por Victorio Paulón
Secretario de Derechos Humanos de la CTA de Trabajadores de la Argentina
Cada 24 de marzo nos vuelve a convocar a la reflexión colectiva para hallar el sentido de la historia. Los H.I.J.O.S. son el eslabón más frágil de esa cadena de la memoria. Atrapados en una infancia de juegos o en el vientre materno, vivieron el terror como su propia normalidad. Construyeron su subjetividad a los golpes y transformaron su gesto en un enorme interrogante. Recuperar la memoria para esta generación es encontrarle sentido a la vida. La comprensión política de la historia está implicada profundamente en la formación de su propia personalidad. Describir la moral de nuestros enemigos no alcanza para descifrar el drama.
A 45 años de la instauración del terrorismo de Estado y frente a la ausencia creciente de madres y abuelas, las miradas se dirigen cada vez más a los compañeros de nuestros desaparecidos. Desde el dolor a la política, el tránsito de la búsqueda se explica por el compromiso militante de aquella generación. Los sobrevivientes no suplimos el rol de las Madres y las Abuelas. Esa deuda política es la que pretende salvar la Intersindical de Derechos Humanos, consagrando a los 30.000 detenidos-desaparecidos como parte de la historia del movimiento obrero. Situar a los compañeros en un marco histórico es tan importante como rescatar su cuerpo o su identidad. Fueron mucho más que víctimas de un genocidio de clase. Fueron militantes de un proyecto revolucionario que pretendía terminar con la injusticia social y la desigualdad cristalizada por la dependencia y el capitalismo. La clase obrera era para ellos el sujeto capaz de llevar adelante esa transformación. El movimiento obrero tiene el deber histórico de colocar a nuestros mártires en el altar de la historia. De esto se trata y nuestra alianza con los hijos de los muertos y desaparecidos de aquella gesta es un camino sin retorno.
Este 24 de marzo las diferentes expresiones del sindicalismo compartieron paneles con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo para repudiar el golpe del 24 de marzo. No es una efeméride más. Es significar a través de los representantes sindicales y referentes del movimiento por los derechos humanos esta definición. H.I.J.O.S. y la Intersindical por los Derechos Humanos son el germen del nuevo sindicalismo. Anclar la lucha del presente en la historia es garantizar que no nos puedan robar la memoria ni vaciar el verdadero sentido de aquella gesta. El camino a recorrer es largo, tanto como es la historia misma, pero en este cruce de caminos tomamos el mismo rumbo. La presencia de Alberto Fernández en el cierre de la jornada pretendió dotarlo de la más alta legitimidad política y dejar atrás la dolorosa lista de desencuentros. Los olvidos de los dirigentes fueron reemplazados por la lucha de Madres y Abuelas. Hoy, reconocer a los desaparecidos y asesinados como parte de la historia viene a repararlo. Se trata de la acción colectiva de una generación que supo enfrentar el dilema entre los que luchan y los que lloran y apostó a la acción política plena para cambiar el mundo.