Somos hijas e hijos de hombres y mujeres militantes que fueron perseguidos y masacrados por el terrorismo de Estado. Fueron víctimas de secuestros, torturas, desapariciones forzadas, asesinatos, partos en cautiverio y robo de bebés, vuelos de la muerte, violencia sexual, exilios forzados, robo de bienes, encarcelamiento político.
Somos hijas e hijos de mujeres y hombres que se unieron a organizaciones políticas, sociales, sindicales y estudiantiles con diferentes ideas, pero con un objetivo en común: luchar contra la dictadura genocida y construir una Patria libre, justa y solidaria.
Este domingo muchas familias se reúnen por el Día del Padre. Para nosotras y nosotras siempre fue un día de ausencias. Para muchos cambió al ser padres y madres. Para otros muchos no. A ese día principalmente comercial es inevitable encontrarle las ausencias forzadas. El terrorismo de Estado tiene eso: cambia todo, hasta lo que tal vez no importaría.
A nosotras y nosotros nos cambió todo. Lo cotidiano y las fechas especiales. El primer día en la escuela. El Día del Padre y el de la Madre. Los cumpleaños. Navidad. Año Nuevo. Las fotos. Los recuerdos. Los cuentos. Las canciones. La cancha. Las vacaciones. Nos cambió todo. Nos sigue privando del derecho a saber dónde están nuestros hermanos y hermanas. Nos sigue privando del derecho a la verdad sobre nuestras madres y padres para poder decidir como familia dónde despedirlos o ir a recordarlos.
Pero lo que no pudo destruir el horror es el amor por nuestros padres y madres y la reivindicación de las luchas de los 30.000: viven en las nuestras, en nuestras banderas, en nuestros dedos en ve o puños en alto, en los pañuelos blancos, en nuestras convicciones para seguir desafiando los imposibles.
Hoy, además de Feliz día, decimos: ¡PRESENTES!
H.I.J.O.S. Capital